lunes, 30 de marzo de 2009

Ah, no digo yo...

No hay caso. Hace unas semanas en El Mercurio (22/03/2009, A21) nos comunican que “la familia es el factor que más pesa en la admisión a los colegios privados”. En detrimento de los tests que apuntan a identificar las destrezas de los infantes, eso que la investigación ha mostrado que se distribuye de manera indistinta a través de la sociedad, los colegios de (la) elite han comenzado a dirigirse a lo que siempre habían querido: los padres. Y es que, a la hora de distribuir un bien limitado, ¿de que sirve saber que todos los postulantes poseen las mismas capacidades cognitivas? Simplemente no sirve como criterio. Lo que importa es establecer quienes de ellos, a través del tiempo, generaran ese conjunto de disposiciones y predisposiciones a la acción que conocemos como habitus. Por cierto que no cualquiera. La manera más apropiada, entonces, parece ser el determinar la composición de los capitales de quienes habrán de ser la otra mitad de la forma.

“Los tests aplicados a niños de tres años no son 100% predictivos. Nos interesa más saber si los padres quieren y apoyan nuestro proyecto educativo” nos dice la directora de La Maisonnette.


La verdad es que a diferencia de otras instancias de la vida, como el cortejo, en esta no me incomoda ser majadero. Si que son herederos, macho. No digo yo, debí haber nacido en Francia en los 70’s…al menos no se negarían en las escuelas de sociología a decir lo obvio.

6 comentarios:

  1. Y el comentario "moral" o "ético"?

    No se si es obligatorio, pero extrañe que tomes una posición al respecto, estas constatando que los colegios de élite están(al fin) reconociendo que les interesa que quienes integren sus colegios sean parte de esta misma élite, recurrirán a eufemismos como "compartir un proyecto educativo", pero finalmente es una forma de decir "queremos que quienes entren a este colegio sean como somos nosotros".

    Pero hay algo de malo en eso? A fin de cuentas son instituciones privadas y como privados (se supone) que tienen el derecho a hacer lo que quieran dentro del marco legal imperante.

    Extrañe un juicio moral al respecto, la toma de una posición, creo que no nos basta con constatar.

    saludos!

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  2. Si, es cierto, soy malazo para mostrar mis juicios valóricos al respecto. Cada vez que veo cosas por el estilo, el liberal que profesa al interior mio es vapuleado por el marxista de la pieza de al lado. Y es que, como algunos de quienes conocen mis posiciones más radicales, soy un clasista en sentido marxiano del término. Esa basura interclasista de belén educa, por ejemplo, no la tolero. Lo que hay que hacer es profundizar la lucha de clases!! Aspiro a que en algún momento, la elite chilena que controla parte importante de los capitales (social y económico; son tan mulas que no son capaces de transformarlos en capital cultural) simplemente los pierdan. Pero como no es sensato decir lo que acabo de decir, no lo digo. Y es que me es muy difícil comulgar con un capitalismo liberal. Muy difícil.

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  3. Bueno, también ocurre que La Maisonette es católico.
    En general (esto es una impresión completamente prejuiciosa, pero pienso que no tan disparatada) creo que los papás que matriculan a sus hijos en colegios católicos lo hacen porque esperan que sus hijos (o "las niñitas", en el caso de La Maisonette) se eduquen en un ambiente de homogeneidad cultural, de gente que piensa más o menos parecido, que cree en las mismas cosas, que orienta su acción por los mismos valores. Y no me vengan con que los colegios jesuitas son diferentes y valoran la diversidad, la confrontación de ideas, blablabla: en el San Ignacio no aceptan a hijos de papás separados o solteros.

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  4. a propósito, no puedo dejar de preguntarlo (sólo por joder): ¿te sería más fácil comulgar con un capitalismo autoritario?

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  5. Si, y sólo si, si yo fuera eso que en los esquemas de la teoría del actor racional llaman el "asignador". De otro modo, no tiene chiste alguno. Al menos, en las circunstancias actuales, algo se agarra. Insisto, si estuviera moribundo y Make a Wish me visitara, y por alguna extraña razón mágica ellos tuvieran la posibilidad de conceder cualquier deseo, parte importante de quienes poseen los capitales los perderían, talvez alguno que otro producto de la movilidad social se salve.

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