martes, 15 de diciembre de 2009

LA POBREZA ES IGUAL QUE EL CANCER

Una de las virtudes y problemas de la enseñanza shuper de la UDP en materia de metodología es que, al orientarse en el desarrollo de habilidades cuali, nunca te enseñaron a diseñar investigaciones experimentales*. Por otro lado, la UC le pone güeno con esa custión.

En un cursillo de evaluación de PP, una idea central era la de construir grupos de control. Con esto, se espera poder realizar evaluaciones experimentales de los programas estatales, mejorándolos y así sacar a la gente de la pobreza, y blah blah blah…jardín del edén.

La cosa es que me he visto enfrentado en distintas ocasiones a la exposición de argumentos referidos a los supuestos problemas éticos que presentan los experimentos cuando se trata de programas estatales. “Lo que pasa es que no puedes darle el beneficio a uno y a otro no, siendo que ambos lo necesitan” dice el mayormente utilizado para exponer la dificultad que representan las evaluaciones experimentales. Lo que parecen olvidar quienes sostienen este tipo de argumentos es que ¡¡todo el punto de la evaluación es saber si la intervención es beneficiosa o no!! Asumen que el tratamiento (bien o servicio que el estado le provee a una población) es beneficioso en alguna medida, por lo que privar a un conjunto de individuos de dichos supuestos beneficios es éticamente reprochable. NOT!

Lo mismo ocurre en las ciencias naturales, particularmente las referidas a la medicina moderna. Ocupemos un ejemplo; ilustremos al lector. Juanito Perez y Shaniqua Jonson, dos académicos del depto. de oncología de la National University of Disneyland, creen que los pacientes que sufren de cáncer al colón responden de mejor manera a la droga X que a la Y. Como probamos la hipótesis? Bueno, se seleccionan 360 individuos, enfermos de cáncer al colon, y se controlan por variables que se han mostrado relevantes en ese tipo de trials. Se decide entregar aleatoriamente el tratamiento, sometiendo a prueba a 180 individuos, y a los restantes darles el placebo. Todos saben que es una prueba médica. Se hace el estudio. Se ven los resultados. Se sacan conclusiones. Dos años después tenemos ColonoX-L1, la nueva droga para tratar el cáncer de colon.

Ya, ¿alguien adivinó las similitudes? Primero, en ambos casos se cree, se tiene la impresión, la idea, que el tratamiento (sea una droga o una casa en chuchunco) otorgará beneficios a quienes reciban el tratamiento. Segundo, en ambos casos quienes reciben el tratamiento son personas que califican para la prueba porque lo necesitan. Es muy muy very muy requete interesante ver como en medicina se critica el hecho de que si quiera existan personas que reciban tratamientos potencialmente peligrosos (o beneficiosos, no tenemos idea) y en políticas públicas existan quienes se le paren los pelos de sólo pensar que la pobre señora juanita no va a recibir su casa en Puente Alto (vive en Renca).

Si tan solo nuestros shuper técnicos se dieran cuenta que en verdad las intervenciones que llevan a cabo son, hasta nuevo aviso, beneficiosas/perjudiciales para los receptores, toda esta preocupación sería un poquito mucho. Piense en la política de vivienda (la localización de) y tendrá la imagen de lo que hablo.

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* Me dicen por interno que en el ramo de evaluación actual Ibáñez si enseña.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Todos juntos como hermanos…de diferente padre, educación, sexo, edad y disposición de voto.

Hoy me había levantado con súper buenas pulgas. Regalos navideños ya conseguidos, Justice a la vista, Music in Fifths a todo volumen en mi ordenador (¡como amo decirle ordenador al computador!)…todo parecía perfecto. Lamentablemente, se me ocurrió leer la revista Sábado. Los que leyeron el reportaje sobre los seis perfiles de los jóvenes en materia electoral espero que digan algo aquí.

La verdad es que los resultados me importan un pepino, básicamente porque la recolección de los datos es lo que se presenta problemático. Y es que, luego de leer las shuper tipologías con nombres de fantasía harto fomes, nos ponen la ficha técnica. Uno, habiendo leído el documento, el fraseo y uso de porcentajes, asume como una quinceañera que los datos son cuanti, y que las tipologías son producto de un factorial or something. Nop. 10 focus. Frente a eso, uno dice, “si, bueno, bien poco creativo y prejuicioso de mi parte pensar que no podemos armar tipologías con datos cuali”.

Completamente nueva situación se presenta. El muestreo y composición de los focus es lo que importa ahora. Ahí el problema. “Cada grupo estuvo integrado por hombres y mujeres, inscritos y no inscritos, considerando al menos un inscrito por grupo”. Además de esto nos informan que “Participaron estudiantes, jóvenes que trabajan y desempleados”. No encontré jamás el informe de Lado Humano (las niñas que hicieron el estudio, junto con publicidad de la UDP, según dice la misma fuente) por lo que sólo nos referimos a la escasa info que da la revista.

Primer problema: juntan arrollado huaso con lasaña; o un fallaffel con fish n’ chips*. Los que votan, que están inscritos, tendrían características que difieren en un punto fundamental con los que no votan, que no están inscritos. De no ser así, importaría nada hacer la distinción. Pues bien, no los ponis a hablar a los dos en el mismo focus. No ponis al desempleado de La Pintana con el universitario de Barnetchea (usted no diga “Lo Barneshea”). Probablemente esto último no sucedió (esperamos), pero lo primero se mantiene.

Esto es así, debido a que el focus busca conocer opiniones grupales sobre situaciones cotidianas/ de sentido común. Hay que haber hecho bien pocos focus pa’ no saber que las dinámicas que se presentan cuando mezclas dos tipos de participantes que difieren un aspecto fundamental de tu estudio te jode la medida.
El blog estaba desactualizado y necesitaba algo que subir. Por suerte que siempre están los estudios con SERIAS limitaciones.
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*Igual es mala la metáfora, lo sé.