Y bueno, quedamos pasmados. Después del post anterior, nos surgió una oportunidad interesante a partir de una discusión aparecida en ChileSoc.
Aquí les va una conversación no ficticia, con sociólogos reales, pero no por eso deja de ser fantástica a ratos. Qué sucede en este caso? Será este mi primer ISI?
Digan algo, pueblo de Israel!
Aquí les va una conversación no ficticia, con sociólogos reales, pero no por eso deja de ser fantástica a ratos. Qué sucede en este caso? Será este mi primer ISI?
Digan algo, pueblo de Israel!
Max*:
Los recientes hechos de saqueo y vandalismo, debería ser una ocasión para comenzar a tratar de explicar estos fenómenos de masas. Claramente no toda esa gente eran delincuentes y el factor “hambre y sed” no puede ser explicación de saqueos que ocurrieron en menos de 24 horas del evento. El desparpajo con que la gente se llevaba cosas. En Haiti los primeros saqueos, de menor magnitud que los ocurridos en Chile, ocurrieron como a la semana del terremoto. Son temas para echar a correr hipótesis. ¿Seremos un país de “rateros de poca monta” que surge apenas desaparece el “control social”? ¿Dónde está la supuesta “solidaridad” del pueblo chileno? ¿Qué pasa en la sociedad chilena que vasta que se apague la luz y no haya un caribinero cerca, para robar al prójimo, ya sea pobre o rico. ¡Ya ni los ladrones tienen código de ética!
Me vienen a a la mente las interrogantes que motivaron el trabajo de Durkheim: ¿Qué es lo que mantiene a la sociedad cohesionada?
Emile:
La pregunta es pertinente.
Sin olvidar el dolor y las necesidades causadas por esta tragedia, sorprende la envergadura de los saqueos e incendios intencionales, y que en ellos participen personas de sectores populares como de clase media.
Esto me remite al modo de integración de la sociedad chilena, en donde el marco institucional -relaciones laborales, servicios sociales- privilegia los mecanismos de mercado en la dimensión funcional de la integración.
Los recientes hechos de saqueo y vandalismo, debería ser una ocasión para comenzar a tratar de explicar estos fenómenos de masas. Claramente no toda esa gente eran delincuentes y el factor “hambre y sed” no puede ser explicación de saqueos que ocurrieron en menos de 24 horas del evento. El desparpajo con que la gente se llevaba cosas. En Haiti los primeros saqueos, de menor magnitud que los ocurridos en Chile, ocurrieron como a la semana del terremoto. Son temas para echar a correr hipótesis. ¿Seremos un país de “rateros de poca monta” que surge apenas desaparece el “control social”? ¿Dónde está la supuesta “solidaridad” del pueblo chileno? ¿Qué pasa en la sociedad chilena que vasta que se apague la luz y no haya un caribinero cerca, para robar al prójimo, ya sea pobre o rico. ¡Ya ni los ladrones tienen código de ética!
Me vienen a a la mente las interrogantes que motivaron el trabajo de Durkheim: ¿Qué es lo que mantiene a la sociedad cohesionada?
Emile:
La pregunta es pertinente.
Sin olvidar el dolor y las necesidades causadas por esta tragedia, sorprende la envergadura de los saqueos e incendios intencionales, y que en ellos participen personas de sectores populares como de clase media.
Esto me remite al modo de integración de la sociedad chilena, en donde el marco institucional -relaciones laborales, servicios sociales- privilegia los mecanismos de mercado en la dimensión funcional de la integración.
Al debilitamiento de la familia y la escuela como espacios de socialización y transmisión de valores, algo generalizado en las sociedades contemporáneas, se le adiciona el individualismo y la competencia en cuanto orientaciones promovidas por los mercados desregulados.
La frustración generada en un contexto de pobreza, 25% al efectuar la medición según los estándares de consumo actuales, y una extrema desigualdad en la distribución de la riqueza, ha de estar en la base explicativa de este fenómeno de anomia colectiva.
Fraser:
Estoy de acuerdo
Quizás es también un tipo de catarsis bajo el cual se explican otros fenómenos, o que hacen extremos valores que norman la sociedad en el día a día.
O sea, en la sociedad chilena en que actualmente vivimos, eso manda. Y no hay que olvidar, que son también interpretaciones por las que ganó la derecha (la competitividad, el individualismo, etc.) y a la que le importa más el orden social y los problemas de seguridad ciudadana, especialmente hacia la protección de lo privado.
Además, esa alcaldesa, 0 aporte, ¿se le podrá acusar vía legal por su poco optimismo, mala lecha y 0 contribución a un liderazgo positivo de organización para la reconstrucción? Creo que su ánimo no echa p'alante, sólo p'atrás. Parece que no cacha que como municipalidad podría hacer algo más que alegar. Por qué le dan tanta tribuna?
Debería haber una superintendencia de construcción, para certificar los edificios, antiguos o nuevos (antes de construirse) . El tipo de construcción tampoco va con la calidad de vida cotidiana, los edificios de altura son mundialmente conocidos por su mala vejez. Además hay miles de personas adentro, y con demasiado poco espacios entre medio, para que la genta pueda, entre otros, escapar en momentos de crisis.
Y bueno, todo esto servirá para las nuevas discusiones de plan regulador, como ahora en La Reina.
Enrst:
Otra arista interesante del tema es la complicación ética que tiene para la concertación utilizar los recursos militares y la fuerza, y así conseguir el control de la situación de caos generada por el desastre. No olvidemos que de todas maneras la dimensión de seguridad y control de las calles es muy importante para enfrentar la emergencia.
Karl:
Yo no estoy tan seguro de las diferentes formas que tienen las sociedades para enfrentar este tipo de problemas. me da la impresión que es bastante común el saqueo de los sectores más marginados y la violencia desproporcionada de las autoridades. Esto ocurre en situaciones de estado de excepción, que realmente no es el acto jurídico que imponen las autoridades, sino la situación de facto a través de la cuál las normas, las reglas y la Ley son suspendidas hasta 'nuevo aviso'.
En situaciones de normalidad. como diría Benjamin, el estado de excepción ha devenido en la regla, pero aún queda un estado de excepción que se superpone a este jurídico y que es el que ha dado nombre o fuerza a esta institución jurídica. Ese estado de excepción real o fáctico es aquel que confronta directamente a integrados y no integrados. Y como la sociedad está estructurada rígidamente en clases, este estado de excepción, a diferencia del jurídico, sólo puede ocurrir a través de los desastres naturales, que ponen en jaque a la sociedad como conjunto y no sólo, como ocurre siempre, a los sectores marginados.
Goldthorpe:
Estoy de acuerdo con Karl. Durante 35 años hemos formado ghettos en que prima la ley del más fuerte, sectores intencionalmente excluidos a los que sólo llegan algunos pocos beneficios del estado o del mercado (beneficios destinados a mantenerlos en su posición de marginados saludables) que se interrelacionan a través de prácticas completamente brutales. Me parece una desfachatez esta sorpresa generalizada por el nivel de violencia de grupos que han sido históricamente excluidos. Se ha sembrado, durante 35 años, la semilla de la inequidad y el resentimiento. A esto le sumamos el reemplazo de los ciudadanos por lo consumidores y la creación de necesidades completamente artificiales. Esto nos lleva a tener un grupo marginado, resentido e históricamente humillado que, de pronto, encuentra algo de poder ante la debilidad de los sectores más favorecidos. Y no se alza sólo para sobrevivir, sino también para acceder a todas aquellas cosas que nos han enseñado que también son necesarias. Resulta insólito que el titular del día, el énfasis de las autoridades, sea la amenaza a la propiedad privada. En eso nos hemos transformado.
Todo esto me llevó a recordar un pasaje de un estupendo libro, La Máquina del Tiempo (HG Wells), que comparto con Uds. (lamento la extensión), y la relación entre los habitantes del mundo superior, los Eloi (especie en que evoluciona la elite y la burguesía) y los del mundo inferior, los Morlocks (la especie en que mutan los obreros):
El enemigo al que yo temía tal vez les sorprenda a ustedes. Era la oscuridad de la luna nueva. Y ahora comprendí hasta cierto grado, cuando menos, la razón del miedo de los pequeños habitantes del Mundo Superior a las tinieblas. Me pregunté vagamente qué perversas infamias podían ser las que los Morlocks realizaban durante la luna nueva. La gente del Mundo Superior podía haber sido antaño la favorecida aristocracia y los Morlocks sus servidores mecánicos; pero aquello había acabado hacía largo tiempo. Las dos especies que habían resultado de la evolución humana declinaban o habían llegado ya a unas relaciones completamente nuevas. Los Eloi, como los reyes carlovingios, habían llegado a ser simplemente unas lindas inutilidades- Poseían todavía la tierra por consentimiento tácito, desde que los Morlocks, subterráneos hacía innumerables generaciones, habían llegado a encontrar intolerable la superficie iluminada por el sol. Y los Morlocks confeccionaban sus vestidos, infería yo, y subvenían a sus necesidades habituales, quizá a causa de la supervivencia de un viejo hábito de servidumbre. Lo hacían como un caballo encabritado agita sus patas, o como un hombre se divierte en matar animales por deporte: porque unas antiguas y fenecidas necesidades lo habían inculcado en su organismo. Pero, evidentemente, el antiguo orden estaba ya en parte invertido. La Némesis de los delicados hombrecillos se acercaba de prisa. Hacía edades, hacía miles de generaciones, el hombre había privado a su hermano el hombre de la comodidad y de la luz del sol. ¡Y ahora aquel hermano volvía cambiado! Ya los Eloi habían empezado a aprender una vieja lección otra vez. Trababan de nuevo conocimiento con el Miedo.
Pensé en el gran ciclo precesional que describe el eje de la Tierra. Sólo cuarenta veces se había realizado aquella silenciosa revolución durante todos los años que había yo atravesado. Y durante aquellas escasas revoluciones todas las actividades, todas las tradiciones las complejas organizaciones, las naciones, lenguas, literaturas, aspiraciones, hasta el simple recuerdo del Hombre tal corno yo lo conocía, habían sido barridas de la existencia. En lugar de ello quedaban aquellas ágiles criaturas que habían olvidado a sus llevados antepasados, y los seres blancuzcos que me aterraban. Pensé entonces en el Gran Miedo que separaba a las dos especies, y por primera vez, con un estremecimiento repentino, comprendí claramente de dónde procedía la carne que había yo visto. Aquellos Eloi eran simplemente ganado para cebar, que, como las hormigas, los Morlocks preservaban y consumían, y a cuya cría tal vez atendían.
Vekemans:
Me gustó el resumen de Golthorpe. Al hueso del asunto.
También me gustó la referencia a Wells, una muestra de las correspondencias entre campos (en este caso cultural) y el espacio social total.
Estoy de acuerdo con Karl. Durante 35 años hemos formado ghettos en que prima la ley del más fuerte, sectores intencionalmente excluidos a los que sólo llegan algunos pocos beneficios del estado o del mercado (beneficios destinados a mantenerlos en su posición de marginados saludables) que se interrelacionan a través de prácticas completamente brutales. Me parece una desfachatez esta sorpresa generalizada por el nivel de violencia de grupos que han sido históricamente excluidos. Se ha sembrado, durante 35 años, la semilla de la inequidad y el resentimiento. A esto le sumamos el reemplazo de los ciudadanos por lo consumidores y la creación de necesidades completamente artificiales. Esto nos lleva a tener un grupo marginado, resentido e históricamente humillado que, de pronto, encuentra algo de poder ante la debilidad de los sectores más favorecidos. Y no se alza sólo para sobrevivir, sino también para acceder a todas aquellas cosas que nos han enseñado que también son necesarias. Resulta insólito que el titular del día, el énfasis de las autoridades, sea la amenaza a la propiedad privada. En eso nos hemos transformado.
Todo esto me llevó a recordar un pasaje de un estupendo libro, La Máquina del Tiempo (HG Wells), que comparto con Uds. (lamento la extensión), y la relación entre los habitantes del mundo superior, los Eloi (especie en que evoluciona la elite y la burguesía) y los del mundo inferior, los Morlocks (la especie en que mutan los obreros):
El enemigo al que yo temía tal vez les sorprenda a ustedes. Era la oscuridad de la luna nueva. Y ahora comprendí hasta cierto grado, cuando menos, la razón del miedo de los pequeños habitantes del Mundo Superior a las tinieblas. Me pregunté vagamente qué perversas infamias podían ser las que los Morlocks realizaban durante la luna nueva. La gente del Mundo Superior podía haber sido antaño la favorecida aristocracia y los Morlocks sus servidores mecánicos; pero aquello había acabado hacía largo tiempo. Las dos especies que habían resultado de la evolución humana declinaban o habían llegado ya a unas relaciones completamente nuevas. Los Eloi, como los reyes carlovingios, habían llegado a ser simplemente unas lindas inutilidades- Poseían todavía la tierra por consentimiento tácito, desde que los Morlocks, subterráneos hacía innumerables generaciones, habían llegado a encontrar intolerable la superficie iluminada por el sol. Y los Morlocks confeccionaban sus vestidos, infería yo, y subvenían a sus necesidades habituales, quizá a causa de la supervivencia de un viejo hábito de servidumbre. Lo hacían como un caballo encabritado agita sus patas, o como un hombre se divierte en matar animales por deporte: porque unas antiguas y fenecidas necesidades lo habían inculcado en su organismo. Pero, evidentemente, el antiguo orden estaba ya en parte invertido. La Némesis de los delicados hombrecillos se acercaba de prisa. Hacía edades, hacía miles de generaciones, el hombre había privado a su hermano el hombre de la comodidad y de la luz del sol. ¡Y ahora aquel hermano volvía cambiado! Ya los Eloi habían empezado a aprender una vieja lección otra vez. Trababan de nuevo conocimiento con el Miedo.
Pensé en el gran ciclo precesional que describe el eje de la Tierra. Sólo cuarenta veces se había realizado aquella silenciosa revolución durante todos los años que había yo atravesado. Y durante aquellas escasas revoluciones todas las actividades, todas las tradiciones las complejas organizaciones, las naciones, lenguas, literaturas, aspiraciones, hasta el simple recuerdo del Hombre tal corno yo lo conocía, habían sido barridas de la existencia. En lugar de ello quedaban aquellas ágiles criaturas que habían olvidado a sus llevados antepasados, y los seres blancuzcos que me aterraban. Pensé entonces en el Gran Miedo que separaba a las dos especies, y por primera vez, con un estremecimiento repentino, comprendí claramente de dónde procedía la carne que había yo visto. Aquellos Eloi eran simplemente ganado para cebar, que, como las hormigas, los Morlocks preservaban y consumían, y a cuya cría tal vez atendían.
Vekemans:
Me gustó el resumen de Golthorpe. Al hueso del asunto.
También me gustó la referencia a Wells, una muestra de las correspondencias entre campos (en este caso cultural) y el espacio social total.
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*Los nombres han sido cambiados.
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