No hay caso. Hace unas semanas en El Mercurio (22/03/2009, A21) nos comunican que “la familia es el factor que más pesa en la admisión a los colegios privados”. En detrimento de los tests que apuntan a identificar las destrezas de los infantes, eso que la investigación ha mostrado que se distribuye de manera indistinta a través de la sociedad, los colegios de (la) elite han comenzado a dirigirse a lo que siempre habían querido: los padres. Y es que, a la hora de distribuir un bien limitado, ¿de que sirve saber que todos los postulantes poseen las mismas capacidades cognitivas? Simplemente no sirve como criterio. Lo que importa es establecer quienes de ellos, a través del tiempo, generaran ese conjunto de disposiciones y predisposiciones a la acción que conocemos como habitus. Por cierto que no cualquiera. La manera más apropiada, entonces, parece ser el determinar la composición de los capitales de quienes habrán de ser la otra mitad de la forma.
“Los tests aplicados a niños de tres años no son 100% predictivos. Nos interesa más saber si los padres quieren y apoyan nuestro proyecto educativo” nos dice la directora de La Maisonnette.
La verdad es que a diferencia de otras instancias de la vida, como el cortejo, en esta no me incomoda ser majadero. Si que son herederos, macho. No digo yo, debí haber nacido en Francia en los 70’s…al menos no se negarían en las escuelas de sociología a decir lo obvio.
“Los tests aplicados a niños de tres años no son 100% predictivos. Nos interesa más saber si los padres quieren y apoyan nuestro proyecto educativo” nos dice la directora de La Maisonnette.
La verdad es que a diferencia de otras instancias de la vida, como el cortejo, en esta no me incomoda ser majadero. Si que son herederos, macho. No digo yo, debí haber nacido en Francia en los 70’s…al menos no se negarían en las escuelas de sociología a decir lo obvio.