jueves, 28 de mayo de 2009

ChileSoc ayuda a mantener su blog actualizado

Hoy me encontré con unos cuantos mensajes de ChileSoc en mi casilla. Entre ellos, uno en el que se busca a un sociólogo/a para participar en un nuevo programa de televisión. Lo que se espera, es que pueda ayudar a comprender “qué rol juega el almacén como un espacio en el que se construye la identidad del barrio, como centro de relaciones sociales directas y cercanas, como núcleo de comercio a baja escala que permite otras formas de negociación, incluyendo a los fiados”. Además, a esta gente le interesa conocer “Cuáles son los elementos que constituyen la identidad del barrio chileno; cómo ha cambiado, a grandes rasgos, la figura del barrio en este siglo; de qué manera el barrio engloba la idea de un espacio seguro y confiable para sus habitantes, donde pueden desarrollar sus vidas en forma armónica: qué importancia tiene en la visión de mundo de quienes viven en él”. Las respuestas a esta performance fueron recomendaciones de X y Z personas como los indicados, debido a su trabajo de conservación de barrios o porque sabe del “canal tradicional”, como nos informan que es re-semantizado el almacén por quienes se dedican al marketing.

¿Es que nadie se da cuenta de lo que pasa? Si, en el mejor de los casos, lo que entre comillas se expone más arriba fueran hipótesis a contrastar, ya sabemos cual es el resultado: ninguna se sustenta.

Planeaba escribir varios puntos diferentes para señalar los errores en los que se incurre, pero finalmente resolví apelar a la madre del cordero: los supuestos equívocos. ¿Qué coño quieren decir cuando dicen barrio e identidad? Hace un tiempo trabajé con la territorialización del espacio residencial que algunas barras bravas del fútbol chileno realizan. Entonces, me pareció obvio recurrir al concepto de barrio. 7 Diferentes definiciones, distintas y distantes todas ellas. ¿La identidad de los residentes está definida por la forma en que utilizan el espacio algunos de sus habitantes? En fin, el problema es que no existe un “barrio chileno” ni si quiera “algunos barrios” chilenos. Dicho término es indeterminado. Aunque se consideren todas las dimensiones, todas las variables relevantes para la definición y medición del fenómeno, lo que sea que es el barrio, no existe “el barrio chileno” como no existe la “identidad chilena” o sandeces esencialistas similares. Conozco dos investigaciones que muestran, para varias ciudades, como lo que en algunos lugares se denomina como “barrio” no es concebido si no como el lugar del miedo, del extraño, de la no confianza y de la desarmonía.

Sospecho que se sigue pensando en la bucólica y fantasista figura del barrio como equivalencia de “conjunto de viviendas de sectores populares y medio-populares de los 80’s que se movilizan y que construyen vínculos en base a la coincidencia del espacio residencial ocupado”.

Bueno, si el/la sociólogo/a que veremos en el programa de televisión, efectivamente es versado/a en temáticas de “barrios-identidad-sociedad”, y en realidad hace sociología, entonces tendrá que decir frente a las interrogaciones antes planteadas algo como: “La verdad, es que no existe nada ni remotamente parecido al barrio chileno; crecientemente existen personas que no construyen su(s) identidad(des) en referencia al lugar en donde residen, precisamente allí donde en el pasado se dijo que aquello ocurría; y también hay quienes que, a la par, no definen el sector que rodea a su vivienda como ‘un espacio seguro y confiable’ y mucho menos armonioso. Sin embargo, también hay lugares en donde efectivamente la imagen tradicional folklórica-“intillimanezca”-comunitaria del barrio ocurre, pero no en todos lados, ni siquiera en la mayoría de los lugares que usted parece entender por barrio”.

martes, 12 de mayo de 2009

SERVICIO DE UTILIDAD PUBLICA

Hace unos días, dando vueltas por librerías en Providencia, llegué a la Nueva Altamira. No importa donde empiezo, siempre termino allí. Mirando con algo de desgano, me quedé escuchando la conversación entre un cliente chileno residente en Panamá y el dueño de la tienda (las características de ambos son, básicamente, sospechas fundadas de mi parte).

La cosa es que hablaban de precios, distribución, catálogos, en fin, del mercado editorial. Lo que me traumó fue algo que señalaba el dueño. Según le informaba al cliente (un tipo alto, entrado en años, con pelo cano y voz firme), semanas antes había estado reunido con la gente de Paidós en Baires. Estos últimos le explicaban los cambios que estaban acaeciendo luego de que la casa editora fuera adquirida por una multinacional de las comunicaciones. Una de las consecuencias era la sistemática eliminación de textos de sus catálogos. “Hanna Arendt, no vende, pico, pa’ la casa”. De tal forma disminuyen las copias en el mercado, aumentan los precios. Great!

Preocupado, más tarde ese día, decido amazonear Theoretical Logic in Sociology de J. Alexander. Recordaba haberlo visto hace unos meses al grosero precio de U$ 925.00 dólares, los cuatro volúmenes…usados. 1500 dólares, o algo así por los cuatro tomos si los quería nuevos.

Con algo de grata sorpresa noté que estaban bastante más baratos. Lo interesante es el rango de precios de los volúmenes. Por el primero, hay versiones usadas que van de los 4.35 a 47.96, o por el tercer volumen 15.74 a 168 dólares!! ...en fin, sumando se pueden conseguir los 4, usados, por algo más de 100 dólares y nuevo por 310 dólares.

Posteo esto por si alguien tiene algún dato de donde conseguir este u otros títulos a un precio razonable de manera pronta.


NASD