En una carta aparecida hoy en el Mercurio (de Santiago, obvio…) José Joaquín Ugarte Godoy (LOL) le responde a los doctores Pommer y Schwarze (no, no son ex villa Baviera) sus críticas nacidas a partir de una columna en donde JJUG(O) critica la fecundación artificial. En la epístola que nos trauma señala:
“(…) la fecundación artificial es moralmente ilícita y contraria a la dignidad de los hijos, por atropellar su derecho a relacionarse con su verdadero padre cuando se usa un gameto de un dador que quedará en el anonimato”
Lo que se estaría violando, contraviniendo de manera fundamental, es el derecho de conocer al padre (suspenda el psicoanálisis aquí).
Ya. Asumo que todos nos damos cuenta que para JJUG(O) los vínculos filiales son exclusiva y únicamente biológicos; que el debate nature v/s nurture a su juicio es, como decirlo, una chambonada de impenitentes.
Los guardianes legales de ese niño (porque, hello!, no pueden ser los padres…) son malas personas: les gusta humillar a los niños. Los donadores son unos sátrapas inconcientes que, para más remate, le hacen al pecado secreto, por plata incluso. Las clínicas de fertilidad son instituciones desviadas. En fin, esta pieza de museo victoriano o medieval, no estoy tan seguro, castiga a todos los participantes por igual.
Al parecer, JJUG(O) considera que esta situación es comparable a la que ocurre en las transacciones de productos robados. El flaite que consigue la especie* (donador) le entrega el producto al tío lucho** (clínica) que lo entrega a un tercero (tutores legales).
Para que hablar del sistema de adopción. ¿¡Cómo es posible que haya insensibles que quieran desprenderse de la materialización del regalo de la vida!? ¡Instituciones que se dediquen a preservar esa perversión! ¡Malos cristianos que, frente a la tristeza de no poder concebir un hijo no asumen ese destino sagrado con entereza, sino que intentan transmitir ese dolor a pequeños bebés!
Casi siempre soy amigo de las definiciones rudas y estrictas de fenómenos. El problema es cuando, aparejado a dichas definiciones, le agregan una carga valorativa cerda. Ese es el caso que tenemos en frente. La preocupación de JJUG(O) no es intelectual, es práctica. No sólo le incomoda que se identifiquen dos realidades que el considera propiamente diferentes como una única, sino que se permita aquello. La familia, para él, tiene sólo una forma. Podría estar de acuerdo. El problema, insisto, es en juzgar formas alternativas de construir vínculos, en considerar que la existencia de un fenómeno, por el solo hecho de su existencia, prueba su bondad y origen celestial.
“(…) la fecundación artificial es moralmente ilícita y contraria a la dignidad de los hijos, por atropellar su derecho a relacionarse con su verdadero padre cuando se usa un gameto de un dador que quedará en el anonimato”
Lo que se estaría violando, contraviniendo de manera fundamental, es el derecho de conocer al padre (suspenda el psicoanálisis aquí).
Ya. Asumo que todos nos damos cuenta que para JJUG(O) los vínculos filiales son exclusiva y únicamente biológicos; que el debate nature v/s nurture a su juicio es, como decirlo, una chambonada de impenitentes.
Los guardianes legales de ese niño (porque, hello!, no pueden ser los padres…) son malas personas: les gusta humillar a los niños. Los donadores son unos sátrapas inconcientes que, para más remate, le hacen al pecado secreto, por plata incluso. Las clínicas de fertilidad son instituciones desviadas. En fin, esta pieza de museo victoriano o medieval, no estoy tan seguro, castiga a todos los participantes por igual.
Al parecer, JJUG(O) considera que esta situación es comparable a la que ocurre en las transacciones de productos robados. El flaite que consigue la especie* (donador) le entrega el producto al tío lucho** (clínica) que lo entrega a un tercero (tutores legales).
Para que hablar del sistema de adopción. ¿¡Cómo es posible que haya insensibles que quieran desprenderse de la materialización del regalo de la vida!? ¡Instituciones que se dediquen a preservar esa perversión! ¡Malos cristianos que, frente a la tristeza de no poder concebir un hijo no asumen ese destino sagrado con entereza, sino que intentan transmitir ese dolor a pequeños bebés!
Casi siempre soy amigo de las definiciones rudas y estrictas de fenómenos. El problema es cuando, aparejado a dichas definiciones, le agregan una carga valorativa cerda. Ese es el caso que tenemos en frente. La preocupación de JJUG(O) no es intelectual, es práctica. No sólo le incomoda que se identifiquen dos realidades que el considera propiamente diferentes como una única, sino que se permita aquello. La familia, para él, tiene sólo una forma. Podría estar de acuerdo. El problema, insisto, es en juzgar formas alternativas de construir vínculos, en considerar que la existencia de un fenómeno, por el solo hecho de su existencia, prueba su bondad y origen celestial.
Que lo chupe rico. Sorry, tenía que decírselo.
* ¿Hay algo más cool que decirle especie a un electrodoméstico? Imagínense, hay un reino de los electrodomésticos, donde la cocina es el rey y el refri es parte de la corte y hay una revolución de los saca jugo. Para que hablar de la vajilla (grandes estigmatizadoras para con el plástico y el vidrio) y los cubiertos, en constante lucha entre sí.
** Que mala banda, oye.
creo q deberia haber una entrada solo de los "*"
ResponderEliminarCon el primer * ya te ganaste una beca de posdoc en Berkeley. Me gustó la elegancia en el remate del artículo, finísima.
ResponderEliminarProfesor Velasco, bienvenido por estos lados.
ResponderEliminarUna profesora de American Studies de Brown me ofreció ser su asistente en su investigación titulada "Power Rangers, Rizoma and Contemporary Politics: Actor-Network Theory and the Construction of the Nationhood" Dijo que quedó prendada con mi lectura semiótica de los artículos hogareños.
Y, si, fue un impulso, reflejo inevitable el cierre. Sospecho que es producto del mecanismo pares del efecto barrio. Las desventajas de vivir en barrios deprivados...jaja
Saludos